Sucedió a la entrada de una Iglesia donde mi madre entró a dar gracias a Dios. Mi quedarse en el umbral contemplando los rayos de sol posados en un peculiar reloj. De repente, ante mí, un joven de unos 18 años, con hermosos ojos negros, pelo desaliñado y ropas sucias dijo:
- Me das un besito?
A pesar de llevar grandes gafas oscuras, creo que pudo observar mi asombrado rostro.
- Me das un abrazo?
Continuó reclamando. Me quedé estatua de mármol.
- Me tienes miedo, verdad? Soy un niño de la calle, pero soy bueno.....
A mi mente llegaron los avisos q te suelen dar en la gran ciudad. "ten cuidado q tú eres muy confiada" "esta ciudad está repleta de asaltantes"... que si patatín y patatán.
Así que balbuceando y tragando saliva reconocí que sentía miedo acercarme a él.
- Perdoname, le dije, si estoy sintiendo miedo..... pero quiero ayudarte. Saqué una gran moneda que le entregué tomándole la mano con cariño y mirando sus hermosos ojos, mientras contemplaba cómo chupaba la otra mano portadora de esa sustancia que los mantiene vivos.
- Gracias!!!! me dijo saltando. Y así se alejó.
Al ir hacia el autobús, volvimos a encontrarnos. Él continuaba dando saltos por la calle y al verme se paró, regalándome una gran sonrisa. Cuando subía al bus me buscó hasta que nuestros ojos volvieron a mirarse. Comenzó a arrojarme besos con sus manos y, así le respondí, ante los ojos sorprendidos de los viajeros.
- Quién es?, preguntó mi madre.
- Un niño de la calle.
Hermoso como siempre. A veces encuentras una sonrisa en personas con las que nunca nos tratariamos porque nos lo impide el miedo y el terror o por ese sentimiento de clasismo social.
ResponderEliminarPero al final todos somos uno y todos somos seres humanos y a todos u acto de amor nos hace reaccionar posistivamente.
Besazos dulces india bella